Tras el asombro vino la cólera, y la maestra dijo así:
¡¿Quién ha sido el guarro?!Pero ningún alumno dijo nada...
Pues muy bien. Nadie se moverá de aquí hasta que no salga el guarro. Vamos a cerrar los ojos y quien haya sido, saldrá a la pizarra y escribirá su nombre en ella...Y así lo hicieron todos. Al poco rato, se pudo oír una silla... alguien se levantó... alguien escribió algo en la pizarra... y tras unos instantes de vacilación y un ruido sordo, la silla se volvió a oír, indicando que la persona culpable de tamaña desfachatez había regresado a su sitio y ya se podían abrir los ojos.
La sorpresa fué mayúscula, ya que ahora no solamente había dos mojones dispuestos en la mesa, si no que en la pizarra rezaba la siguiente inscripción:
El cagón justiciero ataca de nuevo
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